Y NO HACÍA NADA MÁS QUE EMPEZAR… Y recuerden, este es el último año, y recuerden esta es la última oportunidad, recuerden este año es la selectividad. Estas palabras me perseguían, querían atraparme, querían engullirme. El final, se acaba, conseguían que tuviera en mi mente un reloj de arena al que habían dado la vuelta. Y ese sonido, suave de la fina arena cayendo y deslizándose de manera sutil como si quisiera que yo no me diera cuenta, pero estaba ahí. En cada paso, en cada sentencia de aquellos que creían que tenían la competencia del juicio final. Y seguía cayendo sigilosa, su sonido a la par que suave me resultaba atronador, me atenazaba. El tiempo, justiciero nos pondría en nuestro lugar. Sentencias hechas con la voz de la experiencia, de aquellos que se creían con la potestad de saber quiénes merecían tener un mejor o peor destino. Mi alma de joven asustadiza, a la que un reloj de arena con su sonido cada vez más intenso, cada vez dándome avisos, de que el tiempo se acaba, ya no hay más, este es el final. Y la arena se desliza y cae rápida y la escucho con menos sigilo, como si me hablara. Llegó mi hora, estoy preparada, tras unos largos días de angustiosos exámenes, donde ya nos avisaron que era nuestro final, donde nos hacían creer que no había nada más después de esto…
Han pasado los años, el reloj de arena se ha puesto en marcha cientos de veces, me ha atemorizado otras tantas, y supe que esto no hacía nada más que empezar. Tras dos intentos universitarios fallidos, por intentar llegar a un sueño por el camino que parecía más corto, porque mientras me decían que llegaba el final, que el tiempo se acaba, nadie me dijo que me estaba equivocando. Y esto no hacía nada más que empezar, porque surqué mares que jamás pensé que surcaría y me llevaron a barcos de los que jamás pensé que formaría parte de su tripulación y aprendí. Y me caí, y me levanté y me volví a caer y me volveré a levantar. Y el sonido del reloj de arena sigue conmigo, para que recuerde siempre que: Y no hacía nada más que empezar.
El Taller de Técnicas de la Imaginación, a mi entender, es uno de los cursos más importantes de la Escuela. El Curso de Creación Literaria sirve para posicionarse en la literatura, saber si uno tiene o no talento literario y una mirada artística que emocione al otro. Es imprescindible poseer un 50% de humildad para escribir y contar con que el ego se resquebraja sino hay talento.
No todo el mundo es capaz de diseñar con palabras un mundo, revelar sentimientos íntimos a través de la palabra, para poder aliviar un dolor o comprender por qué estamos siempre buscando el sentido de la vida en general y de la nuestra en particular.
Y por si fuera poco, afrontar que hay que dejar de lado, a veces, a la familia y a los amigos, que hay que despiojarse del trabajo, si es que nos escuece y encarar con soltura eso de parecer que uno está por encima del bien y del mal cuando es un intelectual. Ahí está el otro 50% de la arrogancia que se necesita para ser escritor.
La tarea actual del escritor es encontrar ideas nuevas, originales y sacar, de una vez por todas, el pajarraco que somos del cascarón y así, ya desposeídos de la caja de serie, es donde El Taller de Técnicas de la Imaginación desbloquea la genialidad, rescata al niño dormido con falsas enseñanzas, purifica tu esencia, saca adelante tu yoidad y manda a tomar por saco las ideas preconcebidas.
Pasar por la Escuela Literaria supone revivir al ser loco y maravilloso que eres para encontrar tu propia voz. Es curioso pensar que manejamos las voces de otros, pero así es.
Intenten hablar con su propia voz, la suya, con esa que se hablan a solas o con sus mejores amigos, y verán qué distinta es de la que sacan a paseo. Autenticidad, se llama y si un escritor está desposeído de esta herramienta de trabajo, ya se puede mandar a mudar a dónde le venga en gana, si tiene personalidad, o a dónde le manden, si está por dejarse ganar.
La mediocridad es una pandemia que se está comiendo los sesos de la gente, que por otro lado, bastante tiene con disimular sus limitaciones y buscar un lugar en el mundo.
El escritor novel ha de saber que el asunto no es tan drástico como elegir entre la escritura o la vida porque uno tiene hijos, amigos y amores que necesitan cierto roce, pero la cosa no anda lejos de eso.
Si no hay compromiso severo con el hecho de escribir, perseverancia para no decaer e ilusión como para levantarse cada día, no hay nada que hacer.
No está de más recordar que el escritor tiene la palabra en todas las épocas, pero en estas tan descolocadas, tiene el deber moral de incitar, de alzarse desde la palabra y dar una versión del mundo que haga soñar con otro mejor o peor, con uno que explique de qué va esto e ilumine zonas de oscuridad o quizás ensombrezca las que los focos resaltan.
Que hay que tomarse la literatura muy en serio o sino sigan con sus vidas: las festivas, las dolorosas, las recortadas, las cobardes, las frívolas, las maravillosas… pero si escriben, déjense de excusas y al tajo, que esto de escribir no es coser y cantar. Y no se trata de publicar cualquier cosa, se trata de publicar textos con sentido, dignidad literaria, que nos saquen de la mediocridad literaria ya mismo.
La Escuela enseña a escribir desde un código de calidad y responsabilidad con lo literario. No es un saloncito de té, #notodovale y eso es duro de asumir, pero aquí se viene a aprender a escribir con fundamento y no se aprende en un fin de semana, ni se arregla con una tarde de cuentos. Hay que trabajar, aprender de los que saben de esto: críticos #especieenextincion profesores de creación literaria con vocación y bajo la batuta de un método contrastado como es el de la Escuela Literaria que el próximo año comienza su 12º año lectivo.
El Taller de Técnicas de la Imaginación es uno de los Talleres más experimentales que conozco y probablemente el que más estimula a la escritura, una vez se haya consolidado la base de la escritura porque trabajamos con la percepción del alumno sin pautar en exceso.
Este año admitimos alumnos de otros años lectivos que precisen de una puesta a punto literaria, de consolidación de conceptos creativos o a escritores que necesiten desbloquear su percepción artística o bien personas que tengan una cierta trayectoria literaria.
Nuestras plazas son limitadas a 10 alumnos y por tanto, es esencial realizar una entrevista y presentar un breve curriculum literario.
El Taller de Técnicas de la Imaginación (antes conocido como Liberación de Recursos Expresivos) es un taller en el que cuento cada año con una decena de alumnos, unas veces más y otras menos, pero siempre con una selección natural de alumnos. Son personas que tienen la intención de seguir su formación literaria tras pasar por el curso de Creación Literaria y que tras trabajar durante un año lectivo, se ponen frente a un espejo literario. Ahí ya saben si quieren seguir con su formación o volar solos.
Mi experiencia, por si le sirve a alguien, es que tras una formación básica hay que aprender a desaprender para encontrar una voz propia, pero ya desde una perspectiva menos formalizada y más lúdica y creativa con el fin de pulir su estilo.
El objetivo de este Taller es preparar un proyecto literario de manera que no precisen de más prescriptores, sino que ellos mismos sepan corregirse y avanzar. No creo que sea imprescindible que tras este curso sea necesario que nadie les tenga que revisar novelas, tan solo dársela a leer a un compañero buen lector, que por apego y amistad les haga el favor.
El escritor ha de poseer una formación que le permita hacerlo solo tras su formación.
Otra cosa es que uno no disponga de ese tiempo formativo y precise de un coaching de Novelas. Para este caso, la Escuela dispone de un servicio de lectura y seguimiento en el Coaching de Novela con un precio de matrícula razonable y un seguimiento personalizado.
Gracias por su confianza en la Escuela Literaria. Antonia Molinero. Directora.
Víctor Conde escritor, encargado de impartir el Taller de Escritura por las mañanas en la Escuela Literaria, y que en verano continuará con el Taller de Imaginación y Creatividad, nos cuenta como se enfrenta a la página en blanco.
¿Y tú, cómo te enfrentas?
«Yo nunca he creído en el miedo ese que dicen que existe a la página en blanco. Normalmente siempre estoy pensando en ideas nuevas o extrapolando otras de cosas que veo y situaciones que me encuentro por la calle. Como todas esas ideas no las puedo meter en lo que estoy escribiendo ahora mismo, pues las acumulo para ir llenando una bolsa de ideas que a estas alturas ya tiene varios pisos. Luego me siento, las ordeno, y decido cuáles me convienen más para lo nuevo que quiero escribir. Es como bajar a la mina a buscar un oro que previamente tú has metido dentro de la piedra, por lo que sabes que estará allí abajo, esperándote.»
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