«Is-rale» Idea original de: Elena Monzón, Mingyao y Sonia Siverio.
15 febrero de 2020, un joven chico israelí descubre una misteriosa biblioteca ubicada en su ciudad. No todo el mundo la puede ver, pues le ha hablado a sus amigos de ello y ninguno la conoce. La dirige un extraño anciano. Tras haber leído varios libros, todos ellos anónimos, encuentra un libro que habla de una religión antigua y prácticamente olvidada. Lo que no sabe es que aún quedan algunos practicantes y el principal es el señor de la biblioteca.
El fundador Claude Vorilhon fue supuestamente abducido por extraterrestres que le contaron el verdadero origen de la humanidad y le dieron el nombre Rael, de donde viene la religión. Además lo llevaron a un planeta donde pudo conversar con grandes pensadores de la Tierra, incluidos Jesús y Buda. Ahí se le explicó que los humanos fuimos creados con ADN extraterrestre hace 25 mil años, y que en 2021 volverían a nuestro planeta.
El protagonista interpreta este mensaje como una amenaza a la humanidad y quiere difundirlo para preparar a la sociedad de la futura llegada de estos seres. Esto despierta la preocupación de los practicantes raelistas quienes intentarán por todos los medios necesarios evitar que la verdad salga a la luz. El chico convence a sus amigos más cercanos de lo que está pasando y juntos intentan lidiar contra esta secta.
¿Será este el último año de vida de la raza humana?
Ficha técnica:
Nombre de la serie: Is-rael
Duración de los capítulos: 40 min
Capítulos por temporada: 10
Número de temporada: 5
Actores principales: 6
Localización: la biblioteca y algunos lugares de Israel.
Género: misterio
«HOPE» idea original de: Enrique Esteban, Jon y Moises
Hace 1000 años los Arias contactaron con nosotros. Hoy luchamos contra ellos. Las señales son claras: el fin de la guerra está cerca. La Tierra ha sido destruida y los humanos huyen desesperadamente por la vía láctea. La capitana Sheppard de la nave HOPE, junto a su tripulación (Ellen Ripley, Angel Jacob, y el teniente William »B.J.» Blazcowicz) han sido capturados y llevados a la nave nodriza para ser sujetos de los más terribles experimentos.
Idea por: Jon, Moises, Enrique.
Capítulos: 6 de una hora cada uno.
Temporadas: 2
Ideas explicadas:
Surgió de la idea de una estación espacial que sirviese de zoológico de humanos para alienígenas. Como no tenía mucho sentido buscamos algo con más sentido, que terminó en un laboratorio para el estudio de los humanos por alienígenas malvados. ¿Qué querían? Al ser medio ciegos, curar esa ceguera con genes humanos.
La guerra también surgió como algo temprano. Le daba más vida a toda la serie y justificaba la segunda temporada, que trataría de cómo los humanos ganarían la guerra. La primera estaría enfocada en los tripulantes de la HOPE.
El concepto original de los alienígenas iba a ser una raza inteligente y malvada, con la habilidad de cambiar de forma, primero a la humana y luego a la de tu peor pesadilla al utilizar el olfato para detectar miedo. Otra idea era que fuesen criaturas asquerosas y que fuesen dirigidos por unos comandantes que sirviesen a su reina. La última idea barajada fue la de una raza humanoide muy bella y medio ciega.
Estaríamos riéndonos de alguna broma suya hasta que su padre lo llamó y se hizo el silencio por un par de segundos. Cuando vuelve, pregunta:
– ¿Estás escuchando la radio?
– No, ¿quién coño escucha la radio todavía? – digo en una risa tímida. Ni pienso así ni es gracioso, no recuerdo a que venía, pero suele ser para hacerle reír a él también. Casi siempre. Pero hoy no-.
– Dicen que ha muerto Kobe.
Al principio no me lo creía; las fuentes de Adrián nunca han sido fiables, pero aún así me estremecí del miedo, como si fuera alguien cercano a mí. Googleé su nombre, y, al tiempo que refrescaba y surgían los titulares confirmándolo, caían las lágrimas.
Colgué el teléfono, me pasé las manos por la cara y sentí como todos los pelos de mis brazos y mis piernas se erizaban.
La gente no se cree que la muerte de una persona a la que ni siquiera conozco pueda afectarme tanto, pero lo cierto es que, después de tantos partidos, tantas canastas y tantos años siguiéndole, siento como si lo conociera, como si fuera un padre para mí, una figura en la que proyectarme. Ha pasado casi una semana, y mi mentalidad sigue siendo la misma: honrar su memoria y vivir la vida que él no pudo vivir.
«Frontera» de Nazayda Balmaseda Ramos
La incertidumbre. La incertidumbre del hoy, la incertidumbre del mañana. La eterna pregunta que define mi existencia. La incertidumbre de si la pesadilla encontrará su frontera, si me despertaré en un mundo nuevo en el que las circunstancias hayan cambiado su rumbo. O por el contrario nunca despierte, y la desesperación gane la batalla, derrotando las barricadas de la esperanza y sumergiéndome en un agujero sin fin. La incertidumbre, el estado que se apodera de mi pensamiento sin piedad; el estado que corroe mi inocencia y humedece mis mejillas mientras sólo puedo repetir una frase: haz que pare.
«Los peldaños» de Olivia Li Cabrera
Parpadear por mucho tiempo, cerrar los ojos para dormirte y no hacerlo. Soñar con un pasado no estando despierto.
Ver como el cielo se llenaba y vaciaba de estrellas, esa línea brillante que sale de la luz cuando tienes los ojos mojados, ese tiempo sin dormir que me hacía no querer estar despierto.
El sonido que rompe el silencio, que rompe mis sueños y me grita para despertar.
Ser feliz porque ya estuviste triste y llorar porque hace tiempo que no lo hiciste.
Cuando dejo de ver fantasmas, cuando dejan de perseguirme, cuando ya no me empujan, cuando el viento ya no me intenta tirar de las azoteas, cuando dejo de caer por entre los peldaños, cuando todos los que me tiraban por la escalera se cayeron.
El miedo que te entra al saber que después de ser feliz siempre toca volver a estar triste. El recuerdo que empiezo a soñar: cómo volvía todo lo que se había ido. Ella llorando de sangre en mi cocina, mis escaleras mojadas de lágrimas de su brazo, del rojo de mis sueños, el de las escaleras de las que yo también me caigo, o me caía, y que ahora vuelvo a hacer en mis sueños.
Era la persona más bella que veía cada mañana, caminando con resolución mientras se reflejaba en los charcos de la calle. Habían sido compañeros desde la guardería, y se conocían como si el uno fuese el otro. Antes eran amigos inseparables, sin embargo, últimamente ya ni se miraban. Parecía como si se hubiese levantado una barrera entre ellos dos.
Terminó con su desayuno, acompañado de sus pastillas dulzonas, y se fue al instituto. Allí todo parecía un sueño, pues no podía olvidar aquellos ojos de un color castaño tan oscuro como el de la corteza de un roble, y que parecían evitar los suyos.
Durante la comida, Elisa, otra amiga de toda la vida le pidió ir al cine. Llevaba bastante tiempo revoloteando a su alrededor, y, pensó, que quizás ya era hora de pasar de página y evitar la estupidez de ser ignorado.
Cuando volvió a casa sobre las cinco, empezó a prepararse. No sabía si ir elegante o informal. A lo mejor no era una ocasión especial, aunque le daba la sensación de que sí. Al final decidió ir informal, aunque preparó un pequeño regalo.
En el cine tuvo que esperar un rato, pero cuando llegó ella supo que la espera había valido la pena. Dudó si darle el regalo en aquel momento, pero pensó que que lo mejor era esperar. Tras terminar la película decidieron pasear juntos, y, no supo cómo, acabaron en un callejón aparatado y solos.
Su pulso se aceleró mientras ella le invitaba sin palabras, con su mirada. Se acercó lentamente mientras sentía como un calor que no se debía a la altas temperatura le recorría todo el cuerpo. Un momento después estaban a escasos centímetros el uno del otro, con las cabezas casi tocándose. En ese momento vio en los ojos de ella el reflejo de unos ojos castaños tan oscuros como la corteza de un roble. Unos ojos que le habían estado evitando. Luego le vio en el reflejo.
Con un movimiento, los ojos de Elisa se desorbitaron y su expresión mostró la sorpresa de aquel momento irreal. Los fragmentos de cristal de su regalo se esparcieron por todo el callejón. Notó como un líquido caliente resbalaba por su mano. Se vio una última vez en los ojos de ella antes de que se volviesen opacos y se desplomase.
Estuvo un rato saboreando el momento, asta que no pudo más y se asomó al nuevo charco del callejón. Lo que vio era perfecto. ¡Era la perfección! Se estregó las manos por la cara lleno de gozo.
Era la persona más bella que veía cada mañana, y nunca más lo separarían de su reflejo.
El incesante goteo de la lluvia provoca que la desorientada y aludida señora Drossmoire se despierte a mitad de esta larga noche. Traga saliva, respira hondo y se levanta de la cama, con los pies descalzos avanza silenciosamente hacia la cocina. Una casa destartalada en la que viven ella y su perro, Tobbe. La vieja señora vuelve a la cama, se rodea con su manta de seda, e intenta seguir con su sueño eterno. La primera luz de la mañana cae en el rostro de la anciana, Tobbe sube por las escaleras, la mano de su ama cuelga de la cama, Tobbe entra al dormitorio y con preocupación lame la mano de su dueña. La señora Drossmoire despierta feliz por la compañía del que dice ser su hijo. La señora Drossmoire, con los pies descalzos, baja las escaleras, enciende la radio, mientras se sube a una banqueta para coger el bote de las pastillas. En la radio transmiten una emisión urgente, en la que avisan de que un psicópata escapó de una de las prisiones cerca de la costa, a unos cuantos kilómetros de esta zona, la fuga sucedió hace 2 días. La señora Drossmoire despreocupada por esa información alcanza el bote de las pastillas, llena un vaso de agua y vuelca las pastillas en el interior del vaso y lo absorbe. Al no encontrar al perro, ella coge uno de los periódicos de hace días y descansa en su butaca a la espera de la noche. La lluvia y el viento no cesan. El ocaso llega, la señora Drossmoire se levanta de su butaca y sube descalza por las escaleras. Se acuesta en su cama y duerme su preciado sueño. Tobbe lame su mano en un momento de la noche, la anciana sonríe y desde hace bastante tiempo se siente feliz. Llega la mañana, la anciana baja por las escaleras y avanza descalza hacia la cocina, abre uno de los armarios y dentro de él ve a el pequeño perro Tobbe, el cual por las heridas llevaba muerto más de 2 días. En ese momento la señora Drossmoire grita, grita por pánico, grita por terror. Desde ese momento nadie la vio nunca más.
Saliendo poco a poco de una tumba olvidada desde que se cerró. Restos de ramas secas colgando, flores marrones y sus pétalos en ese hueco donde se debió poner mi nombre, el que se estaba abriendo, agrietando, para dejar de ocuparme por una de esas enredaderas que crecen de algo muerto.
Caí para poder volar como me prometieron, para dejarle al viento mi vestido y mis trenzas.
Les escuchaba susurrándomelo desde lejos, en cada hoja que se caía cuando pasaba, cuando rodaban las canicas por toda la calle. Me lo dijeron un millón de veces y no sé quién, no sé dónde. Pero el viento cuando soplaba me traía las palabras y las dejaba dando vueltas en mi cabeza.
Miré hacía abajo, y sentí el frío de una noche mojada, el silencio de un lugar tan alto y tan cerca del ruido de los coches que esa noche no pitaban, pero iban con prisa, sin mirar, sin ver y sin escuchar como hacía yo.
El viento en tu contra cuando caes y lo interrumpes, el último silbido en el que me pidió perdón. Por mentirme, por hacerme creer que si saltas puedes volar, por no hacer volar mi falda, ni desatar mis trenzas mientras volaba.
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