Texto de Joaquín Tena, actual alumno del Curso Escritura de Memorias.
Sociedad, ciencia y conciencia
Ya quedan pocos españoles por el suelo patrio que se acuerden del Plan de Estabilización de Ullastres. Consistía en algo parecido a los recortes de hoy día. La historia da vueltas y acaecen las mismas cosas en tiempos distintos. Con un golpe de timón político todo cambia. Se hizo famoso el discurso del ministro porque para acercarse al pueblo se despojó de la jerga economicista y dijo aquello de que si no se podía comer merluza habría que comer chicharros. Lo de la merluza debió de ser un desliz del ministro, porque lo que se veía en las puertas de las tiendas de comestibles de la época eran unas cajas redondas de madera con arenques secos. En las ventas se vendían alpargatas y latas de mejillones y el pan se cocía en hornos de leña y lo vendía el panadero; la leche la traían las lecheras y de vez en cuando una mujer bajaba del campo con quesos de cabra, liebres o perdices. Los pantalones los confeccionaba la pantalonera, y a la camisa del hermano mayor le daban la vuelta al cuello y la heredaba el pequeño.
En primaria íbamos a la escuela con una enciclopedia que hoy echan de menos los comentaristas de la COPE, y en bachiller se heredaban los libros.
Los belenes no tenían lucecitas; si acaso, una bombilla detrás del palacio de Herodes, y cuando murió Kennedy lo vimos en blanco y negro…qué digo, y Franco, ¿se acuerdan ustedes? :españoles Franco ha muerto… todo gris, muy gris y muchos grises.
De repente todo empezó a moverse. Yo creo que el rock and roll tuvo la culpa de la primera ola de avances tecnológicos; bueno el rock and roll y la penicilina y el petróleo y el plástico y la televisión y el turismo. En España teníamos la conciencia de que fuera, es decir en Francia y alrededores, todo era mucho mejor que aquí dentro; aunque a la vez se decía que como en España no se vivía en ningún sitio. Es que este es el país del oxímoron por excelencia.
En la España marítima y playera la vida cambió a caballo de las caderas y los bikinis de las turistas: si había nórdicas en la playa había desarrollo, si no, a la era con las caballerías.
Un día cogí El País, cuando aun me creía lo que publicaban, y leí: Al Gore en una alocución ante los medios hizo saber que se iba a impulsar la red de redes para uso publico: “el contenido de la Biblia”, añadió, “podrá pasar íntegro a través del Atlántico en cuestión de minutos”.
Comenzamos a saltar desde los teléfonos móviles que parecían un maletín de auxiliar técnico sanitario hasta el diseño mínimal del iphone 6, las impresoras por wifi, los coches sin conductor, los robots, los cajeros, las cajeras, el arroba punto com o los implantes dentales y las muñecas hinchables.
Pero ningún invento comparable al euro, de metal o de papel, nos lleva de la ceca a la meca, y gracias a él más de media España no llega a fin de mes.
Este mundo se ha dado la vuelta a si mismo, y lo que hasta ahora se consideraba “las ciencias adelantan que es una barbaridad”, se ha convertido en un ERE múltiple que echa a la gente a la calle porque la robótica hace lo que hasta fechas recientes hacíamos con las manos y la cabeza. Hasta la Thermomix le ha dado un codazo a mi asistenta.
No me parece mal que la tecnología avance, no me parece mal pensar que dentro de dos décadas los robots nos hagan todo. No, no me parece mal el ocio ni el negocio. Pero como la robótica produce bienes; no pobreza, pienso que esa riqueza se reparta, se reparta el trabajo y sus beneficios.
¡Yes we can!
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