Artículo escrito por Fayna Torres, nuestra becaria de periodismo de la ULL que ya terminó sus prácticas en la Escuela.
Gracias por tus textos en el blog, tus gabinetes de prensa, tus silencios y tus rosquetes de chocolate.
Por todo y por nada
La Escuela Literaria, con dirección en la calle Carretas, en La Laguna, ha cumplido doce años. Un lugar donde las letras bailotean entre humeantes tazas de té, chocolates calientes y el compartido amor por la literatura. Muchos son los amantes de la palabra escrita que han pasado por este centro de enseñanza donde la imaginación y la creatividad gozan de una libertad sin igual.
Desde por la mañana hasta bien entrada la noche las ideas no dejan de fluir. En cuanto entras en este singular espacio casi puedes ver las palabras flotando en el aire, esperando a que alguien las una en el orden correcto. Lo que aprendes una vez llegas aquí es que ese orden es diferente para todos y cada uno de nosotros y que se rige bajo ese artista que todos llevamos en nuestro interior. Y es eso lo que convierte a la Escuela Literaria en el sitio idóneo para expresarse, ya que todas las ideas tienen cabida. Lo único que debemos hacer es seguir los consejos de los profesores para darles la voz que esas ideas merecen.
Los docentes, amantes de la literatura tanto como cualquiera que cruce por la puerta atraído por el perfume literario, ofrecen cada día sus lecciones con el fin de que, cuando estemos preparados, podamos contar nuestra historia de la mejor manera posible. Sin embargo, pronto te das cuenta de que no sólo son las clases teóricas lo que te enseñarán a escribir, sino esas charlas espontáneas que surgen entre los alumnos y los profesores, esas tertulias donde la cultura es la actriz principal, donde puedes compartir tus opiniones e impresiones sobre tu libro favorito, hablar sobre esos escritores de los que leerías hasta su lista de la compra, comentar esa película que te ha inspirado para tu último ejercicio o, simplemente, descubrir esas vivencias y anécdotas, tanto las tuyas como la de los compañeros, en quienes has descubierto un igual en cuanto al amor por lo literario se refiere.
Si hay algo que se percibe en la Escuela Literaria es una tranquilidad y comodidad que empieza a contagiarse entre quienes se encuentran en ella. Una serenidad que pronto se rompe por esas risas repentinas, provocadas por todo y por nada. La alegría que las acompaña se cuela, sin que ninguno se dé cuenta, en los ejercicios y, aunque el tono elegido para la redacción sea triste, esperanzador, pícaro o de reivindicación, siempre conservan el entusiasmo. No obstante, por encima de todo, lo que cada texto desprende es el talento de los alumnos, escritores en ciernes con una visión especial y única sobre el mundo. Escritores que escriben esa historia que no deja de reclamar atención en sus pensamientos, ese libro que no es para los demás, sino que es la novela que a ellos les gustaría leer, aunque, probablemente, lo que aún no sepan, es que ahí fuera hay lectores tan ansiosos por leerlas como ellos por escribirlas.
Comentarios recientes