Amely,
tú mejor que nadie sabes que las disculpas no son lo mío. Ambas sabemos que el orgullo es mi mayor defecto. Pero tú ya te has disculpado suficientes veces, así que creo que es mi turno.
Creo que da igual la cantidad de veces que te cuente que no me da vergüenza salir contigo, de alguna manera siempre terminas sintiéndote insegura. Aunque lo he intentado tantas veces, el miedo siempre termina venciéndome y callándome como un pañuelo de dudas alrededor de mi boca. Me gustabas, me gustas y siento no encontrar el valor de gritarlo a los cuatro vientos, a pesar de que han sido muchas las veces que me he imaginado haciéndolo, y lo mucho que me gustaría.
Sé que te duele ser mi secreto y deseo más que nadie que dejes de serlo. Tengo miedo a perderte o perderme a mí en el intento. Tengo miedo a dar un solo paso en falso y acabar con todo sin quererlo, sabes que las voces del resto me controlan sin remedio.
Quiero que sepas que te quiero, a pesar de las circunstancias y de lo que pueda pasar en el futuro. Sé que a estas alturas, un «te quiero» no es suficiente para reparar el daño que todo esto te provoca. Por tu manera de ver el mundo, por tu paciencia a la hora de entenderlo todo, por abrigar mi corazón en los días más lluviosos, y por ser mi luz al final del túnel.
Espero que con estas palabras comprendas cómo me siento. Tú mejor que nadie sabes que las disculpas no son lo mío.
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