LA NIÑA DEL VESTIDO ROJO de JON GARCÍA VALDECASAS VISPE.
Sé lo que pasó esa noche, todo el pueblo lo sabe, toda la ciudad lo sabe, pero ellos no saben lo que sé yo.
Todo el mundo dice entre lágrimas:
- Oh, qué lástima, murieron tan jóvenes.
Pero la verdad solo es un reflejo más pequeño que la mentira.
Recuerdo esa noche en cada momento de mi vida. El sofocante humo me invadía la cara, no podía ver, no podía respirar, no podía ver con claridad, salvo un pequeño boceto de una niña.
La niña tendría más o menos seis años, tenía unos relucientes rizos amarillos y vestía un magnífico vestido rojo con unos zapatitos negros.
La gente me decía que estaba loco, que el accidente me produjo alucinaciones, pero yo recuerdo lo que vi. La niña me miró con esos ojos pálidos y se fue acercando a mí poco a poco. Y ya cuando estaba a mi misma altura me miró tirado en el suelo intentando sobrevivir y ella se río.
Esa risa macabra suena como un eco dentro de mi cabeza. Y entonces me dijo.
- Tranquilo Franklin, hoy te vendrás conmigo y con mi familia a nuestra casa. A jugar con mi pelota, no te acuerdas lo contento que te ponía.
Y así como un veloz rayo de sol desapareció.
Investigué a la niña años y décadas y ahora estoy aquí, en la casa que mencionaste para descubrir la verdad. Subí las escaleras, agarré el manillar de la puerta y bruscamente la abrí. Y allí encontré el peor miedo que nadie pueda imaginarse.
Nada, no había nada, ni pistas ni enigmas. Solo una habitación vacía.
Me equivoqué. La mentira solo es un reflejo más grande que la verdad.
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