«En todos los sentidos…» de Jimena Banzo García

Silencio entre el ruido.

El cielo reflejado en el agua.

Diáfano como el cristal.

Revuelto como una tempestad.

Depende de cada día, cada momento, cada segundo.

Colores bajo tu percepción, en su interior.

En su regazo, espuma, tesoros que llegan desde ningun sitio.

Basura, un contenedor azul lleno de trocitos de plástico coloridos.

Ahí dentro, busca lo que quieras. Quizás no lo encuentras.

Estará ahí. Recuerdos de los que se hace dueño.

Inmensidad, en todos los sentidos, en cada color, cada textura, sensaciones infinitas.

Esplendor. Nuestras envolturas. El universo arriba y el mar debajo.

Nuestra protección, nuestra perdición.

«Canto literario a la mar» de Pau Dekany Piña

Le canto a los ciegos de pasión,

a esos que decidieron no ver

y carecen de conocimiento,

que viven en el falso imaginario popular.

Ese campo de lágrimas infinito,

que envenena y cura al que llora con él.

Una cosecha que no se recogerá nunca,

porque tememos volver a la oscuridad.

El salvavidas humano que más fácil mata:

bien sucumbimos ante las penas

que sollozan por respirar,

o lo intoxicamos.

Mas no le temas,

que más te teme a ti.

Te enseñará la dualidad del duelo,

que todos ocultamos tras los ojos.

Te recibe con nieve de verano,

una que solo él produce,

y te roba tu corazón, tus palabras, a ti; 

para que sigas su camino de baldosas azules.

–Quiero verme –susúrrale al oído.

–Siempre te esperé –gritará en tu interior.

Vuelas entre lágrimas que te llaman por tu nombre,

y por una vez, gana la alegría.

» Texto sobre el mar» de Nazayda Balmaseda Ramos 

El reflejo del sol arrancando destellos a un espejo cristalino, veraz, etéreo. 

El peligro tangible, la paz silenciosa, llenando huecos de vacío, de ruido nulo meciendo mi silencio, resaltando lo minúsculo de nuestra existencia. Un cuerpo inmenso hecho de agua y sal, una confusión irónica entre nuestras lágrimas y su identidad, una línea delgada entre nuestro dolor y la libertad de su vastedad.

Incertidumbre ahogada, hogar perpetuo que nos abandona a nuestra suerte en un mundo ajeno a él; alejado de todo pero cerca de mí, con la promesa de ser infinita en la ausencia de aire, de ser parte de todo sin ser nada.

«Las profundidades» de Dana Razzak Anta

Abro los ojos y me doy cuenta de que no he visto nada así antes, de que todo lo que conocía no era nada comparado con eso. El mar no es sólo agua, es la inmensidad que rodea a toda la vida que habita en aquellas profundidades. 

El silencio infinito me impide relajarme, si cierro los ojos sólo escucho mi corazón latiendo cada vez más y más fuerte. Cada vez hay más burbujas y respiro aceleradamente. Un escalofrío me recorre las venas, de repente el silencio cesa y un pitido me alerta del poco oxígeno que me queda. Necesito subir a la superficie, pero no lo he visto todo. En realidad nadie lo ha visto, por eso es tan misterioso.

Yo creo que no solo hay peces de distintos colores, también están esos míticos animales marinos, como las sirenas y los tritones. O todos esos recuerdos de gente anhelando a seres queridos que han perdido, todos los secretos que le contaron a esa masa azul que nos rodea. Pero no todo es de color de rosas, está el clásico enemigo de la naturaleza, el que convive con nosotros, pero al que nadie teme hasta que es demasiado tarde, ese material hecho por compuestos orgánicos, tan común y tan devastador.

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