“CONDENADA A VOLAR” DE IRIS PAZ GARCÍA

Admiro a los pájaros porque conocen la manera de echar a volar. Aprenden a volar antes incluso de saber valerse por sí mismos. Emprenden el vuelo sin pararse a pensar en los peligros del camino.
Admiro a los pájaros porque saben convertir su felicidad en una melodía y saben cantar su dolor.
Admiro a los pájaros porque callan cuando no tienen nada que decir.
Admiro a los pájaros porque, aún habiendo estado encerrados en una jaula, vuelan como si nunca hubiera pasado nada. Como si nunca hubieran dejado de hacerlo.
Y a veces pienso que si fuéramos pájaros no sabríamos volar. Porque estamos encerrados en la jaula del conformismo, porque nos da miedo cantar y decir aquello que tenemos que decir. Porque no sabemos que tenemos alas y, de saberlo, estaríamos aterrorizados de caer al suelo. Y a veces pienso que en realidad es el silencio, el miedo, la necesidad de refugiarnos en la jaula por el que dirán y el temor a lo desconocido lo que termina por rompernos las alas.

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